Nunca hubiéramos imaginado que concluir un año pudiera dejarnos tan honda satisfacción. Se trata de la satisfacción de mandar a tomar viento un pedazo de tiempo, breve si lo comparamos con la universalidad del mismo, pero no por ello menos intenso e impactante. Se trata de un año que sencillamente no debiera haber tenido lugar, un mal sueño que nos ha tocado vivir. Sin ningún remordimiento preferimos dejarle marchar. Le vemos marchar lentamente e inevitablemente hacemos un repaso de lo que deja tras de sí.
Hay imágenes que difícilmente podremos borrar de nuestra mente. Los aplausos de las 20 horas, las imágenes de las calles desiertas, las trágicas cifras y las historias que subyacen tras los números. Muchas personas nos han dejado en este 2020 que ya concluye. Algunas de ellas desempeñaron un papel fundamental en el devenir del vino. Personas como Miquel Ángel Vaquer de Casa Mariol, Carlos Falcó (Marqués de Griñón), Alfonso Cortina (Pago Vallegarcía), Fernando Chivite (Bodegas Chivite), Julio Faustino Martínez (Bodegas Faustino), Emeterio Fernández Marcos (Finca La Legua), Javier Fernández (Adega Saíñas), Paco Campos (Bodegas Campos), Javier Lorenzo (Bodega Pozaldez), Angelines Villate (Txakolinería Arzabro), Pedro San Martín (presidente de Bodegas De Alberto),… A todos ellos y a muchos otros más que no hemos mencionado, el mundo del vino les debe algo, pues con su trabajo y pasión contribuyeron a hacer más rico este sector.
Como les habrá pasado a muchos de ustedes este año, a pesar de todo, también el 2020 les habrá dejado momentos bonitos. El ser humano tiene la hermosa capacidad de ver color incluso en las situaciones más trágicas. Así es como este año logramos una proeza, conseguimos detener el tiempo. El mundo se frenó en seco y nos permitió reflexionar sobre lo que tenemos, sobre el ritmo de vida, sobre las cosas importantes.
Visto con algo de perspectiva, parece mentira que en el mes de febrero tuviéramos nuestro último salón profesional del año, el II Salón Selección Málaga. Quién nos iba a decir que echaríamos de menos el barullo de las copas, el ronroneo de cientos de conversaciones sobre suelos, climas, taninos, aromas…. Pensábamos que la cosa sería pasajera, que en poco tiempo volveríamos a la carga, pero la agenda informativa nos iba abofeteando con sus titulares, haciendo que nuestras expectativas e ilusiones se hiciesen más realistas.
Aprendimos de todo ello. Antepusimos, como muchos otros, la lógica y la humanidad al negocio y aguardamos cautelosamente a que el mundo estuviera dispuesto de nuevo a retomar su día a día. Mientras todo esto ocurría, la Guía Peñín siguió su curso. Aunque no eran buenos tiempos para el sector, la Guía debía salir. Así que nos armamos de valor y priorizamos todo a este objetivo, poder ofrecer una nueva edición de la Guía Peñín, pues había que trasladar un poco de normalidad a todo este desbarajuste.
Ahora que volvemos la vista atrás, vemos con orgullo cómo Consejos Reguladores y bodegas se volcaron para que todo esto fuera posible, muchos aglutinando las muestras para luego enviárnoslas a nuestras oficinas, otros ofreciéndonos sus instalaciones y un preciso protocolo sanitario que nos permitiría catar las zonas de mayor volumen. Muchas gracias a todos, Consejos reguladores y bodegas, por haber permitido que todo esto fuese posible.