Si la semana pasada hablábamos sobre Manzanilla, en esta segunda parte del artículo llega el turno de los vinos de Jerez, cuyas puntuaciones se pueden consultar desde hace unos días en la Guía Peñín, disponible en su versión online.
A pocos kilómetros de Sanlúcar de Barrameda, ya en la denominación de origen Jerez, nos encontramos con cerca de 44 finos para catar, desde los más limpios y sencillos, pasando por los puros y sinceros “en Rama”, o aquellos que corren hacia el encuentro del amontillado en su carrera hacia la oxidación, los finos pasados. Todos ellos tienen importancia en la fotografía actual del vino de Jerez, pues aportan una historia diferente al discurso y, sobre todo representan estilos de vinos notablemente diferentes.
Como grandes exponentes de estas formas de expresión tenemos Fino Tradición (Bodegas Tradición), Fino Granero en Rama (Manuel Aragón), Tío Pepe dos Palmas y Tres Palmas (ambos de González Byass), los vinos más puntuados dentro de la categoría de finos en la cata para la edición 2022 de nuestra Guía. Tenemos más, por supuesto: Williams & Humbert Ecológico 2015, un vino de crianza estática, que nos muestra el poder del envejecimiento en un vino de añada de crianza biológica. Fernando de Castilla “Fino Antique” nos trae un concepto de fino clásico, contundente y estructurado, un vino de larga crianza, de unos 9 años, que nos muestra la potencia controlada de algunos finos de Jerez.
La relación del tiempo con el vino de Jerez
Uno de los factores que más influencia tiene sobre el vino de Jerez es la relación del vino con el tiempo. En sus vinos más especiales, como los olorosos, amontillados o palos cortados, el tiempo tiene una especial relevancia más allá del concepto pago, que con el paso del tiempo puede perder visibilidad y evidencia en favor de otros factores más vinculados a su crianza, es decir, a su relación con el tiempo. Por supuesto que el punto de partida de un vino cuya relación con el tiempo se desarrolla de forma tan sublime, como es el caso de los vinos de Jerez, ha de ser una excelente materia prima, pues es la mejor forma de “garantizar” una relación equilibrada con el concepto tiempo.
Los vinos olorosos de Jerez tienen en su versiones menos longevas la base de la relación del vino con el oxígeno a lo largo del tiempo, una relación que va enrabietándose conforme pasan los años, algo que igualmente pasa en otros vinos como el amontillado o el palo cortado. El oxígeno abraza a estos vinos especiales hasta convertirlos en lo que son. El tiempo aquí no deja de ser una pasarela sobre la cual se entrelazan vino y oxígeno de forma pausada, otorgando al vino ese carácter especial que lo hace único.
Varios vinos representan lo que supone la relación de un buen vino con el tiempo y la oxidación que trae consigo: el Oloroso Tradición VORS, de Bodegas Tradición, especialistas en extraer elegancia a un proceso de envejecimiento que, sin control, puede abrumar al consumidor o Equipo Navazos con La Bota de Oloroso nº98 “Bota NO”, un vino viejísimo que pone a prueba los límites organolépticos de un oloroso llevado al extremo, pero con una complejidad inigualable. Nuestro último gigante en la olorosa materia ha sido Reliquia de Barbadillo, otro ejemplo de la soberbia y altivez de un oloroso de alta cuna, creado para estar entre los grandes y que aúna un poco de los dos vinos anteriores, elegancia y potencia arrolladora. Estos tres vinos han sido merecedores de 98 puntos, lo que raya la perfección. Si quieren probar un oloroso ultrapotente y envejecido, les recomendamos el de Manuel Aragón, un vino que seguro no les deja indiferentes y que tiene tanto defensores como detractores, y que ha obtenido nada menos que 97 puntos. Juzguen ustedes mismos, pues el precio no es desorbitado para lo que suelen costar estos vinos, 47 euros la botella de 50 cl.