El granel sin D.O. alcanzaba el 80 por ciento de la producción nacional. El vino común representaba el 90 por ciento del consumo en España envasados en parte en las grandes plantas embotelladoras nacidas en los Sesenta mediante la asociación de viticultores proveedores y pequeños embotelladores urbanos que eran más numerosos que los que existían en las zonas vitivinícolas. El granel, se embotellaba en destino para reducir costes tanto en el comercio urbano como en el de exportación. La producción de Méntrida, Almansa, Priorat, Aragón, Jumilla, Cariñena y Toro se vendía principalmente por grado y color y eran la base de tintos que se mezclaban con vino blanco de Castilla-La Mancha para los mercados norteños y gallegos. Los vinos de Utiel-Requena, Aragón, Almansa y Manchuela mezclados con airén manchego lo compraban los exportadores de Tarragona y El Grao de Valencia. La constitución como D.O. de las zonas citadas era más una imposición del comercio exterior que filosóficas. Incluso una D.O. valenciana como Cheste (hoy desaparecida) fue una concesión forzada por los importadores extranjeros.
Un fenómeno que se producía en algunas de las zonas citadas era que los vinos que se embotellaban procedían de los excedentes que no podían vender a granel, de tal modo que, curiosamente, la calidad de los vinos embotellados era inferior. El comercio secreto del vino entre zonas era numeroso. Algunas firmas riojanas de renombre como Bodegas Bilbaínas contaban con sucursales en Cariñena, Monóvar y en La Mancha que incluso citaban en su documentación y publicidad. Era una herencia de tiempos anteriores cuando el peso de la palabra Rioja era menor que el de las propias firmas. Hasta 1980 las reglas de las denominaciones de origen solo estaban en el papel y no en la realidad. La vigilancia era casi nula. Los vinos de la Rioja se cotizaban más altos que hoy en proporción con los demás. Las diferencias de precio entre el vino a granel de la Rioja y los del resto de España eran abismales lo que facilitó la mezcla con vinos de Aragón y de La Mancha.
La denominación Alto Ebro
Alto Ebro era una designación no reglamentada de vinos de mesa riojanos descalificados de la D.O., es decir, los que no alcanzaban la valoración para poder ser denominados como rioja interviniendo también vinos navarros y por lo tanto más baratos. La idea era atractiva ya que de este modo toda la producción riojana podía venderse por ambos cauces dentro de una jerarquía. Sin embargo, no se respetó este principio ya que los precios de los vinos descalificados seguían siendo más caros que los foráneos. Al no existir un Reglamento propició que los vinos de la Mancha y Aragón principalmente, llegaran en cisternas a la Rioja para mezclarlos con los del Alto Ebro, era el caballo de Troya por donde entraban vinos foráneos para mezclarse con los vinos acogidos a la D.O.