El arqueólogo del vino
En este artículo hablamos de Manuel León Béjar, un científico de la arqueología del vino y de los demás alimentos que se confeccionaban en el Mediterráneo Antiguo.
Harto de contar cosas de vinos “grandes” -ya hay muchos que las cuentan-siempre me ha interesado salir de esta burbuja para hablar de los vinos “pequeños”. Ya en 2002, en la revista Sibaritas, abrí una sección que se llamaba “Vinos de Supermercado” cuando entre los callejones de los lineales abundaba la mediocridad. He aguantado críticas por hablar del vino proletario olvidándose de que en estos pasillos se pasea el 80 por ciento de los consumidores y por lo tanto a ellos me debo. Otros se compadecen de lo que pueden sufrir algunas bodegas vendiendo al borde de pérdidas, cuando en realidad muchas empresas vitivinícolas ganan una pasta con apenas 40 céntimos por botella sin pensar que, con este precio, por ser bajo, pueden vender más de un millón de unidades.
Es comprensible que se critique, y yo mismo lo hago, que se vendan vinos por menos de 3 euros con la misma contraetiqueta de una D.O. que pueda llevar otro de 40€, que se supone posee importantes diferencias de calidad. La identificación institucional de estos vinos “lowcost” debe ser distinta. Pero esto es otro debate.
Los tópicos en el vino prevalecen más que en ningún otro sector, como que el vino barato necesariamente tiene que ser malo por estar vinculado a una producción industrial. Un retrato que terminó hace15 años cuando el consumidor tenía ante sí toda una tradición bodeguera de paupérrimas instalaciones que dejaban mucho que de desear. La mayoría de los embotelladores no elaboraban, sino que adquirían la materia prima a las cooperativas y a los cosecheros, con deficientes condiciones de almacenaje y no tanto de elaboración. Hoy, en cambio, la mayoría de las cooperativas, bodegas de elevada producción y centros de embotellado, disponen de una tecnología puntera cuya calidad la establecen los controles térmicos e informáticos de producción y la gran modernización de las instalaciones de las bodegas especializadas en los grandes volúmenes.
Son vinos equilibrados, frutosos, en general, más ligeros y fáciles de beber, a los que no se les puede pedir rasgos varietales, ni pedigrí, ni origen vitícola. En la mayoría de los casos, en lo que se refiere, están hechos con alternativos (chips y duelas o trozos de roble introducidos en los grandes depósitos), dosificados de un modo mecánico desde la perspectiva de vino industrial y controlados por enólogos, algunos de ellos son los mismos que elaboran también vinos de culto.
Es curioso observar cómo nadie tiene el prejuicio de comprar en el super una lata de cerveza a 0,60 € de precio medio y que representa el 90 por ciento del consumo, y ninguno la señala como una cerveza proletaria. La razón se debe a que no se compara con las artesanas, mientras que en el vino esto no sucede.
Pervive entre bastantes aficionados la opinión de que, por un lado, los vinos de más calidad son los caros, y por otro que los baratos son mediocres. Cuando un grupo de amigos entra en un bar se pide “un botellín”, una “caña” o una “birra” sin que a nadie se le ocurra valorar la calidad. En cambio, la elección del vino siempre produce cierta vacilación, con la sospecha de que nos darán un vino corriente y mediocre. Algunos se escudan en pedir un “riojita” o un “verdejito” con unas tapas o el menú del día y misión cumplida, fuera de los foros de cata, complejidad, terroir y otras cosas más.
En el pasado, la mediocridad estaba marcada por las sensaciones evolucionadas, aguadas, cocidas, ásperas por exceso de prensa y astillosas por maderas demasiado crudas de los vinos populares. En la actualidad, en general, cualquier vino de los que pueblan los lineales de los supermercados no tienen estas lacras y, por lo tanto, son vinos correctos como vino cotidiano para beber cualquier aficionado.
Hay vinos más baratos, pero no son tan buenos y hay vinos más caros, pero con precios menos atractivos. Todo ello gracias a una buena base de datos que sabe escoger cibernéticamente lo que es mejor para el bolsillo de cada uno, según sus posibilidades. Aun así, no es una cuestión de elegir vinos para diferentes nichos económicos de consumidores, sino situar la inversión hedonista del consumidor en su justo momento. Todos los vinos reseñados son adecuados para todos los bolsillos. Para todos, la gama baja es una buena recomendación para beber de “lunes a viernes” con un menú de diario.
La Guía Peñín dispone de la base de datos con mayor número de marcas españolas en lo que se refiere a los campos de calidad por puntos y precio por botella. Los datos se han compulsado con la información cedida por las bodegas sobre el precio medio del vino en el mercado. Habrá tiendas que venderán estos vinos más caros que los precios descritos aquí y viceversa. No todas las bodegas nos envían la tarifa de sus marcas (aproximadamente un 20% se abstienen), por lo que no aparecerán en este listado.
Es evidente que la mayoría de las marcas no son conocidas, excepto en el área local de influencia de cada una. Es posible que, los precios tan bajos para la calidad que poseen, se deba a que todavía la gran mayoría de las bodegas citadas no han entrado en la dinámica de la gran distribución nacional, que encarecería sus costes y que, precisamente por ser desconocidas, opten por lanzarse al ruedo de la competitividad por la vía del bajo precio. ¿Podrán sostener estas tarifas cuando dispongan de distribuidores en todas las grandes ciudades? Esa es la gran incógnita.
La Guía Peñin dispone de más 111.000 vinos catados durante el periodo entre 2011 y 2023. Los vinos limitados a los 3€ que se citan se hallan en la horquilla de los 88 y 89 puntos, que son la antesala de los llamados “excelentes”. Marcas catadas en 2022 y publicadas en la Guía en su edición 2023 actualmente en el mercado. Solo son 17 vinos comprendidos entre los parámetros precio y puntuación entre los más de 10.000 examinados para la presente edición.
Los precios son PVP facilitados por las bodegas. Los mencionados entre paréntesis se obtiene a través de la Red. Como curiosidad, el mayor número de marcas proceden de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha (Mancha, Ribera del Júcar, y Vinos de la Tierra de Castilla). Es muy significativo que no exista ningún vino de los grandes operadores vinícolas presentes en la mayoría de los supermercados, como Carrión y Felix Solís.
Si queréis saber que vinos son, iros a nuestra Guía Online y hacer click en los campos de fecha de cata (2022), limite 3 euros, tipo tintos y puntuación mínima 88.
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