E & J Gallo Winery es la firma vitivinícola más grande del mundo. Su producción es de 840 millones de litros que, convertidos en botellas, alcanza la friolera de 1.200 millones, cinco veces más que la de Félix Solís, la más grande de España.
El lector se preguntará, ¿en qué nivel de calidad se mueve su producción? Los vinos de volumen se hallan entre los 86 y 88 puntos (la calidad media de los vinos mundiales) y los “premium” se encuentran entre los 89 y 92 puntos, estos últimos elaborados en las zonas de Napa Valley.
Empeñados en escribir sobre terruños, vinos personales y zonas de producción pequeñas, los periodistas y críticos olvidamos la importancia de las bodegas industriales como artífices del consumo popular del vino. Puede resultar algo pernicioso para la categoría del prescriptor o comunicador porque se entiende que los vinos de volumen no son de fiar. Una verdad a medias hasta los años Noventa cuando los vinos corrientes tenían defectos. Es a partir de 2005 cuando el vino mundial se tecnifica y, por lo tanto, se globaliza mejorando los niveles medios de calidad correcta incluso más rápido que los vinos del podio y, por lo tanto, de ahí viene mi curiosidad de saber el entramado de estas empresas y qué mejor que dar una vuelta por la más grande del mundo.
No resultó fácil visitar una de las dos factorías, ya que no está permitido el acceso de periodistas a las plantas de elaboración de Gallo, tanto la de Livingston como la de Modesto por su concepción industrial. Algunos contactos californianos me recomendaron que me hiciera pasar por enólogo en prácticas y así pude entrar en la “ciudad prohibida” de Livingston. No obstante, tuve que “pagar el peaje” de visitar la bodega de Sonoma, núcleo principal de la imagen de calidad global de Gallo y en donde la firma sí acepta las visitas. Probé algunos vinos muy correctos en la gama 90-92 puntos, que abundan en las zonas de Napa y Sonoma, pero sin alcanzar a los casi míticos vinos de Mondavi, Coppola o Colguin. Se puede entender ya que Gallo produce en estas zonas alrededor de 50 millones de litros y que en comparación con sus factorías de Central Valley es una bodega de “garage”.
Aunque la visita fue en 2003 y siendo líderes prácticamente desde su fundación en 1933, en estos últimos 20 años, el crecimiento o producción de las dos factorías ha sido meramente vegetativo, invirtiendo más en un crecimiento horizontal comprando todo lo que se ponga por delante en el sector global de bebidas. Inversión en distribución y logística, poniendo más el acento en el segmento de los “premium” adquiriendo bodegas en Napa, compra de viñedos, embotellado en California de graneles europeos y distribución de bodegas de Francia e Italia. Últimamente han creado una línea de lujo Gallo Luxe adquiriendo la bodega Pahlmeyer y Jayson by Pahlmeyer, que produce vinos al estilo de Burdeos con precios desde 30 a 350 dólares la botella. Sin embargo, todo esto me interesaba poco ya que mi objetivo era conocer el paradigma del vino industrial.
Visita a la ciudad de acero