Pablo Eguzkiza: el señor del terruño 

13 May 2021

Conversamos con Pablo Eguzkiza, el viajero incansable del vino. Cofundador de la Compañía de Vinos Telmo Rodríguez, su proyecto se ha caracterizado por la búsqueda incansable de los terruños del vino en España, un recorrido que les ha llevado a producir vinos icónicos en lugares donde la viña forma una imagen cautivadora. Precisamente es el impacto de estos paisajes lo que les ha llevado a recorrer gran parte de la península y descubrirnos nuevos lugares. Esto es lo que el señor del terruño nos ha contado.

P. ¿Qué es el terruño?

R. Soy poco de definiciones. La gente te diría que es la mezcla de las características del suelo, del clima, la fauna, la flora, etc., pero a mi estas definiciones tan ortodoxas no me convencen. Nosotros, por ejemplo, hemos ido por media España buscando sitios especiales, sobre todo recuperando viñas que ya existían, con unos terruños que ya estaban casi “marcados”. Hemos tenido la suerte de tener ese olfato particular para buscar el mejor terruño de una denominación de origen y para mí esto ha llegado como una especie de inspiración. Hay gente que te dice que un buen terroir es aquel que es capaz de alimentar a la cepa convenientemente con agua cuando le hace falta para que llegue a ofrecer uva de calidad. Un buen terroir la mayoría de las veces es también un buen paisaje, una buena orientación, un buen feeling. De alguna forma hueles los paisajes.

Las Beatas

P.- ¿Qué encuentra uno en un terroir?

R.- Hoy, por ejemplo, vengo de la Ribera del Duero de ver los viñedos donde hacemos Matallana, donde tenemos cinco tipos de suelos distintos, cinco viñedos de cinco pueblos distintos que atraviesan la Ribera del Duero de norte sur en la provincia de Burgos. Allí tenemos suelos de terrazas cascajosas, con calizas en el páramo. Luego vas a las Beatas, donde tienes un entorno completamente distinto. Te puedes preguntar ¿cuál es mejor de los dos? ¿qué diferencia hay entre uno y otro? En un entorno de páramo, lo que yo llamo de austeridad castellana, con un clima continental, buscas la riqueza de la mezcla de esa tinta fina que muchas veces es aromáticamente un poco monolítica. Y la buscas con los distintos tipos de suelo que tienes. Mientras que, por ejemplo, en Rioja Alavesa te encuentras la cercanía a la Sierra, a la humedad, a las distintas orientaciones, a los dos principales tipos de suelos que hay, calizos y otros más ricos en arenas. Allí hay una mayor riqueza varietal que se transforma en la complejidad de Las Beatas o La Estrada.

“Hablar de terroir cuando haces más de 50.000 botellas se me hace un poco extraño”

P.- ¿Se ha abusado del término terruño, cree que ha perdido su significado?

R.- Decía un francés que es más fácil saber hablar que saber hacer. Vivimos dentro de un mundo en el que hay muchos mercados y nichos diferentes. Hay mercados donde el vino se vende a 2 o 3 euros y hay vinos que se venden a otro nivel. Hablar de terroir cuando haces más de 50.000 botellas se me hace un poco extraño. Si me hablas de unas características de una denominación de origen como conjunto, puede ser, pero eso no es un terroir. El terroir es un sitio muy concreto. Yo traduzco la palabra terroir como sitio o lugar, y un lugar puede ser bueno o malo. Hay vinos que son hijos de un sitio, los de terroir, otros que son hijos de la técnica y otros que son hijos del tiempo, del envejecimiento. Si tú haces un vino técnico de muchos litros, algo muy respetable, espero que me hables de la técnica, pero no del terroir.

P.- Trabajan en Rioja, Ribera del Duero, Toro, Valdeorras, Alicante, Cebreros, Rueda y Málaga. De todas estas zonas, ¿cuál considera la más polivalente?

R.- Polifacético en el sentido de si con esas mismas uvas podríamos hacer diferentes tipos de vinos, pues, por supuesto, pero nosotros intentamos que la intervención del enólogo sea la menor posible y que el lugar se muestre como es, no como queremos que sea.

A mí me gusta hablar de vinos que proceden de un lugar a excepción de los vinos más comerciales que hacemos. Nosotros hacemos siempre vinos de sitios a escala humana. En Lanzaga, por ejemplo, hacemos veinte mil botellas, 1.500 en Las Beatas o 2.000 de La Estrada. Hablamos de muy pequeñas cantidades que están muy unidas al sitio.

P.- ¿Existen terruños por descubrir en España?

R.- Muchísimos. Tenemos la suerte de que estamos en un país que hay muchas cosas por descubrir, aunque sea por el inconveniente de haber sido un país que no ha tenido notoriedad en el mundo del vino. Todavía no hay vinos que tengan un prestigio desde hace siglos como pasa en otros países. Tenemos la gran oportunidad de descubrir, de recuperar tesoros ocultos. Luego, todo ese potencial hay que saber interpretarlo y escribirlo. Ponerlo en una botella y reproducirlo año tras año no es tan fácil.

“Las cosas singulares y especiales no las hace la normativa, las hace el mercado”

P.- ¿Qué opinión le merecen la clasificación de Viñedos Singulares en Rioja?.

R.- En Rioja hemos pasado de que todo era igual a tener más de mil viñedos singulares capaces de cumplir con la normativa fijada, una cosa un poco ridícula. Las cosas singulares y especiales no las hace la normativa, las hace el mercado.

P.- ¿Es el proyecto de Viñedos de Álava una opción a tener en cuenta?

R.- Cuando en un monopolio te piden de repente un vino joven del Bierzo a 3,5 euros y un vino criado de Rioja a 1,5 euros, la oferta más barata casi siempre es para el Rioja. Esto quiere decir que hay un problema. Ahora, si va a ser el mismo perro con distinto collar pues entonces mal.

Creo que si eres mejor tienes que demostrar que lo haces mejor, y si tienes mejores ideas hay que ponerlas en práctica. De Viñedos de Álava no tengo idea porque no estoy metido en ello, lo que si está claro es que algo hay que hacer en la D.O. cuando estamos en un lugar que iguala a todos por lo bajo. No tiene sentido que tú estés haciendo vino como Las Beatas o La Estrada, vinos de mucha categoría, con el mismo nombre en la etiqueta que vinos que están en los lineales a dos euros.

P.- Ustedes fueron los primeros en ver el potencial de Cebreros, cuando nadie apostaba por este lugar. ¿Qué vieron allí?

R.- Me acuerdo que Telmo me habló de un puerto muy bonito, el de Arrebatacapas. Así que viniendo de Ávila a Cebreros pasé por allí por distintos sitios. Recuerdo que había una pared de viñedos semiabandonados, sobre unos terrenos de origen pizarroso. Eran viñas plantadas en un marco de 2,5 x 2,5, unas formaciones en vaso de seis brazos, con un pulgar casi por brazo, una cosa muy particular. El caso es que nos pareció muy bonito. Nos dijimos “en este suelo tan especial y con estas viñas tan antiguas podemos intentar hacer un buen vino y contribuir a que no se abandonen”.

Lo que ví allí es una zona a 1.200 metros de altura, donde hace mucho calor y mucho frío. Teníamos unas garnachas muy altas, con una exposición casi sur y nos preguntamos ¿qué vino podría dar está garnacha de altura en la latitud de Madrid? Esa inquietud es la que siempre nos mueve a Telmo y a mí a hacer vinos.

Aunque es cierto que empezamos nosotros, luego vino mucha gente como Comando G, Fernando García, Marc Isart, que han tirado para adelante casi más que nosotros. Estamos muy contentos de que la zona se haya reactivado y de que hoy los vinos de Cebreros tengan un nombre.

P.- ¿Cuál es la región productora española con mayor diversidad de terruños?

R.- Para mí Rioja Alavesa, aunque no en el sentido de que sea más compleja por ser mejor. La Sierra Cantabria, el monte de Toloño, la diversidad de orientaciones creo que influyen en generar esa complejidad. Cuando unes una sierra con un río cercano y un clima en particular se genera algo especial.

En la zona más pegada a la Sierra de Cantabria tienes una variación, no de suelos, que se repiten a lo largo de toda la Sierra, pero sí de un clima más cambiante, de una influencia mucho más Atlántica por la sierra. Aunque lo mío es una visión muy parcial ya que no conozco todos los lugares. En la Rioja Alavesa nosotros vendimiamos muy tarde, mucho más tarde que en otras regiones del vino como Burdeos, y esto genera muchos problemas, pero también muchas oportunidades que se transforman en matices dentro del vino.

“Hay que utilizar los vinos de prestigio como locomotora del resto y no lo contrario” 

P.- El sistema piramidal dentro de las denominaciones de origen, defendido en el Manifiesto del Club Matador ¿es la vía para hacer crecer el prestigio de determinados viñedos?

R.- Aunque las normativas me aburren sí que creo que hay que utilizar los vinos de prestigio como locomotora del resto y no lo contrario. En este país cuando aparece un vino de prestigio en una denominación de origen como pueda ser Rioja parece que lo que se intenta es que desaparezcan, pues se crea una normativa donde aparecen miles de viñedos singulares. En solo tres años, ya tenemos más de cien viñedos singulares. Este es el sistema para matar la singularidad. La singularidad y el lujo es lo contrario de lo abundante. Si es abundante, desaparece lo singular. Tenemos que conseguir que lo especial tire de lo demás, pero no vamos a hacer todo especial porque la normativa lo diga.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín

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