Los trabajos más finos a día de hoy en la D.O., ofrecen también interesantes matices a hierbas silvestres que convierten al vino de rufete en una suerte de vino rústico, entiendo esta rusticidad como un argumento positivo y que nos traslada a la esencia rural y vegetal del entorno, por otra parte rico y variado en cuanto a su población vegetal se refiere.
Aunque apenas cuentan con 11 bodegas, Sierra de Salamanca ha duplicado en muy pocos años el número de elaboradores, lo que nos da idea del dulce momento que atraviesa esta joven DOP que vio la luz en 2010. De todos los proyectos que allí se desarrollan hay dos que han dado un especial impulso al lugar en los últimos años. Hablamos de Cámbrico y Vinos la Zorra, bodegas que nos acercan a la genialidad de la rufete tinta, pero ahora también de la rufete blanca, una uva de la que todavía sabemos muy poco y que recientemente ha sido incorporada dentro de la D.O., tras constatar que se encontraba en su viñedo entremezclada con sus variedades tintas y que no era como inicialmente se pensaba la uva blanca verdejo.
Rufete blanca, abriendo las puertas a la elaboración de nuevos perfiles de vino
En la pasada edición de la Guía ya nos hicimos eco de un vino que abría grandes posibilidades a la zona, la rufete blanca. Fue a través de Viñas del Cámbrico Rufete Blanca 2019, uno de los nominados a vino revelación del año. La rufete era antaño, junto con la calabrés (clon local de la garnacha), y la aragonés (clon local de la tempranillo), una de las uvas tintas más plantadas en la zona, y la rufete blanco en uvas blancas hasta la filoxera, cuando se empezó a prescindir de ella debido a su baja producción. Lo más llamativo de esta variedad es su hollejo grueso y su buena acidez, lo que se traduce en vinos con mayor peso en boca y con una frescura que presumiblemente le permitirá envejecer bien. Este año ha sido el primero en que hemos podido catarla bajo el sello protector de la DO Sierra de Salamanca, pero todavía los ejemplos catados no guardan un misma interpretación sensorial. En ella hemos podido ver notas de flor blanca y también esa acidez a la que hacíamos mención. Sin embargo también nos han aparecido nuevos registros olfativos, como las notas anisadas y las hierbas silvestres, lo cual nos hace dudar todavía sobre el auténtico carácter y perfil varietal de este uva tan singular.
Pocas veces hemos visto un ascenso de una región productora tan rápido como éste. Quizá el ejemplo más claro lo tenemos en la DOP Cebreros, de la que hace poco os hablamos. Con esta denominación guarda cierta relación, pues ambas regiones deben sus suelos a los orígenes del sistema central, si bien son estribaciones diferentes. Lo más llamativo de Sierra de Salamanca respecto a Cebreros es que su mayor proximidad al atlántico hace que tengan de media precipitaciones fuera de lo común, superiores a los 1000 mm. La Sierra de Francia hace que el clima imperante en la DO sea mediterráneo subhúmedo, al retener las nubes sobre sus viñedos, frente al mediterráneo continental que podemos encontrar en Cebreros.
Los años venideros serán francamente interesantes en este pequeño rincón productor, donde la singularidad del entorno sólo da pie a la aparición de pequeños bodegueros, una oportunidad de luchar contra el abandono de los pueblos, muy marcado en la Comunidad autónoma de Castilla y León y especialmente en la provincia de Salamanca.