Aunque seguimos encerrados en nuestros hogares, nada nos impide viajar mentalmente a otros lugares, así que hoy haremos un pequeño viaje por una interesante zona vitícola de Cataluña.
Se trata de un lugar que quizá, y sólo quizá, no sea a día de hoy tendencia para muchos instagramers de gatillo fácil, ya que muchas de las variedades que les están dando tan buenos resultados no son necesariamente propias. Aunque también posean un buen puñado de uvas más “locales”.
Costers del Segre es una pequeña denominación de origen leridana, situada a las faldas de los Pirineos. Cuenta con cerca de 36 bodegas, 4.000 hectáreas de viñedo y más de 400 viticultores. Su viñedo está disperso por toda la provincia, por lo que ofrece una amplia tipología de viñedos en función de su ubicación más próxima o más lejana a los Pirineos. Existe pues en la zona una gran heterogeneidad que hace difícil enmarcar al conjunto de sus vinos, pues podemos encontrar desde los viñedos calientes de la zona frutal de Lérida, hasta los rincones de altura del norte, donde encuentras interesantes viñas perdidas por sus sinuosos recovecos. Se trata pues de una zona que va del cielo a la tierra y donde la búsqueda de una diferenciación es un trabajo arduo pero no imposible.
El nexo de unión de sus siete subzonas es la cuenca media del río Segre, entre el Pirineo y el Ebro. Existen rincones productores a lo largo de toda la provincia, sin embargo hay dos bloques especialmente interesantes. Se trata de las viñas que, por su posición con respecto a los Pirineos, gozan de una gran altitud, como es el caso de Artesa de Segre y Pallars, con sus viñedos en costers.Y también la subzona de las Garrigues, donde se forma una compleja orografía gracias a la acción de los ríos nacidos en la Sierra de la Llena, que con el tiempo fueron capaces de formar valles, barrancos e interesantes planos, que permiten buscar diferentes orientaciones en el viñedo de forma natural aprovechando los desniveles existentes. Sea donde sea, Costers del Segre cuenta con bodegas de gran relevancia para todo aquel que quiera profundizar en sus tierras y en sus vinos, un puñado de valientes del vino que luchan a diario por ofrecer algo propio y diferenciador de su propia cosecha, pero sin olvidarse de rendir homenaje al lugar donde crecen sus uvas.
Si hay una figura en la zona que ha sabido posicionar Costers en el mapa vitícola de los buenos aficionados al vino ese ha sido Raúl Bobet, de Castell D’Encus, una figura indispensable y notable de nuestro panorama vitícola, un obseso de la búsqueda del estilo propio y de la frescura en los vinos. Este enólogo buscó en 2001 un lugar donde desarrollar un proyecto único, buscando dar esquinazo a los efectos nocivos del cambio climático. Esa búsqueda le llevó a instalarse en Pallars Jussà, una de las zonas más interesantes del entorno, donde cuenta con una altitud que va de los 850-1250 m.s.n.m, en un lugar donde en un pasado hubo viña, pero el tiempo se encargó de borrarla. Sus vinos han sido pioneros en la zona, pues ha sabido dar un giro estilístico, abriendo un panorama de gran interés en el concepto de vinos de montaña. Seguramente Raúl Bobet no acogerá con agrado que le denominemos como productor poco intervencionista, sin embargo lo hacemos conscientemente, sabedores de que sus trabajos hoy más que nunca se centran en la búsqueda de una intervención mínima y necesaria, vista desde un prisma puramente empírico. De igual forma estamos convencidos de su obsesión en cada uno de los procesos del vino, empezando por el campo y terminando en bodega. Solo así se entiende la singularidad de muchos de sus vinos ya sea en el plurivarietal Quest o en su syrah Talarn, que cada año se posicionan entre los vinos mejor puntuados de toda la D.O. Recientemente tuvimos ocasión de catar su espumoso Taïka 2014 Brut Nature (semillón y sauvignon blanc), un espumoso de larga crianza (60 meses) con ricos matices de levadura, y una singular frescura. Se trata de un vino de una gran precisión, en el que se detuvo la fermentación cuando el vino tenía el nivel suficiente de azúcar como para hacer la segunda fermentación en botella, sin necesidad de añadirle más.