Desde el inicio de la reconversión del Penedés a finales de los 90 y principios del 2000 mucho ha cambiado la denominación de origen y, lo más importante de todo, sus vinos. Lo que en su momento fue un movimiento complejo e incierto ha resultado ser, no solo necesario, sino también oportuno y exitoso. El Penedès de hoy nada tiene que ver con el de antes, una evolución que se aprecia especialmente a través de la calidad de sus vinos blancos.
Las catas de los vinos del Penedès por parte del equipo de la Guía Peñín, y que pronto verán la luz, se dividen en cinco bloques en función de su tipología: tintos, rosados, blancos, espumosos y dulces. Habitualmente arrancamos las catas por los tintos en lugar de los blancos, un ritual más próximo a las catas anglosajonas que al estilo español. En este ejercicio, empezar por los tintos nos acerca al viejo Penedès, un mirador desde el que vemos parte de un pasado centrado en las elaboraciones tintas, generalmente poco representativas y originales, con vinos muy estructurados, algo cálidos y maduros, y con uvas tan poco sutiles en la zona como la tempranillo, merlot o cabernet sauvignon.
Este primer bloque de catas genera una sensación de desánimo entre los catadores, pues a pesar de que los vinos generalmente están bien elaborados, nos acerca a un universo del tinto local poco representativo y diverso. Crianzas clásicas, en ocasiones excesivas y herbalidades acentuadas a golpe de calor suelen aflorar entre algunos de sus vinos, lo que nos deja un dibujo tipológico poco sugerente y sobre todo poco representativo.
Existen viñedos de uvas tintas que, elaborados con delicadeza y esmero, nos transportan a unas elaboraciones bordelesas de corte mediterráneo, donde consiguen domar el clima con vinos elegantes y sofisticados. Elaboradores como Torres, Albet i Noya, Plana D'En Jan Microvinificaciones o MontRubí nos muestran el techo cualitativo de los vinos tintos aquí, un techo que pocos vinos son capaces de alcanzar. El bajo porcentaje de estas marcas de calidad en el cómputo global de los mejores vinos tintos de la zona nos confirma que es más complicado conseguirlo. Bodegas Torres, consciente de las limitaciones tintas en la zona y de los terribles efectos del cambio climático en las uvas ya plantadas, emprendió hace años un ambicioso proyecto de estudio y recuperación de variedades ancestrales catalanas, algunas de ellas originarias del Penedès, que ya se pueden a empezar a ver en los vinos, como el moneu en su vino de coupage Clos Ancestral 2019. Será interesante ver su futuro desarrollo en la zona, pues de alguna forma puede situarnos frente a un nuevo escenario todavía no contemplado.
Xarel.lo, xarel.lo vermell y macabeo marcando el ritmo
En este renacimiento del Penedès, varios aspectos fueron impulsados. Por un lado, se abandonó un modelo productivo de gran volumen a favor de otro más pequeño y sostenible que permitiese vender vinos a precios más altos. Se apostó por una conversión global hacia lo ecológico y sobre todo se enfocó el eje argumental de sus vinos en torno a los vinos blancos.
La uva blanca del Penedès siempre ha sido mayoritaria en la zona. Recordemos que estamos en el corazón del eje productor del Cava en España, así que su apuesta por las uvas blancas era una transición natural y efectiva, pues no había que arrancar y replantar. En este punto, las dos variedades locales más extendidas eran la xarel.lo y macabeo, y de estas dos la xarel.lo era la que más posibilidades ofrecía a nivel técnico por su capacidad de expresión. La evolución de los vinos de xarel.lo en la zona ha sido francamente interesante, pues los elaboradores catalanes han tenido el atrevimiento de testarla de muy diferentes formas, lo que nos llevó a ver los primeros vinos tranquilos de corte sensiblemente oxidativo en España, estilo en blancos que se fue extendiendo por otras zonas como el Priorat. Pero, ¿cómo son hoy día los xarel.los del Penedès?
Es interesante ver que en la D.O. conviven diferentes interpretaciones de la xarel.lo. Los menos arriesgados apuestan por elaboraciones convencionales, que muestran fruta y algo de flor seca, con un amargo medio que los hace muy gastronómicos. Estos vinos son capaces de reflejar un carácter mediterráneo interesante, pero todavía se quedan en la superficie al no ahondar más en las complejidades de la crianza. Efectivamente, muchos bodegueros han ido más allá y han transformado con gran acierto estos vinos frescos y mediterráneos aproximándolos a los vinos ligeramente oxidativos, de bocas más anchas y matices más evolutivos que permiten acentuar su sabor y persistencia.
Hablamos de vinos que juegan con largas crianzas, especialmente en botella y que evolucionan de forma muy interesante y diferente a lo que podemos ver en otras partes de España. Aromas y sabores diferentes. Este camino les aproxima hacia los consumidores de vinos especiales, el lugar donde habitan los vinos más caros. El lugar donde todo buen elaborador quiere estar.
Este camino hacia la excelencia y la diferenciación no depende exclusivamente de la xarel.lo, como inicialmente se pensó. El carácter inquieto de los bodegueros del Penedés les ha permitido evolucionar a otros vinos blancos como los macabeos, todavía escasos aunque muy interesantes, como por ejemplo el Camp del Cuc 2017 de Plana D'En Jan Microvinificaciones y los xarel.lo vermell, una uva blanca de pulpa coloreada que deja vinos de color rosáceo, aunque se etiqueten oficialmente como vinos blancos.