Para que el lector pueda hacerse una idea de las dimensiones de la zona, hacia los años Sesenta en un solo pueblo se producía del orden de 15 millones de kilos de uva frente a los 600.000 kilos que se recogen actualmente. La viticultura en esta zona es complicada, al tratarse de un lugar de montaña es muy difícil mecanizar, lo que hizo que la gente fuese arrancando el viñedo para llevarse sus derechos de plantación a otras zonas más productivas.Por ponernos en antecedes, del Cebreros de antes al de ahora hay un mundo. Se trata de una pequeña región productora que fue la bodega de Madrid del vino retornable. Donde el objetivo era alcanzar color y grado, sin más pretensiones.
Como ya ven, el pasado de Cebreros era poco lustroso, como en muchas otras zonas de España. Sin embargo, hay dos acontecimientos que han supuesto un revulsivo para la zona. Por un lado, el trabajo de productores insignes como Raúl Pérez, Dani Landi o Telmo Rodríguez, que hicieron que la gente dirigiese su mirada a este lugar tan especial. El segundo gran germen del cambio fue la creación de la D.O.P. (Vino de Calidad Cebreros) en 2019, gracias al empuje Rafa Mancebo, de la bodega 7 Navas, hoy también presidente de la D.O.P., y que durante años no cejó en el empeño de dar a conocer y situar la zona abulense al mismo nivel que Madrid o Méntrida.
Podemos decir sin miedo a equivocarnos que hoy es un buen momento para Cebreros. Los productores que, como Chuchi Soto, han puesto el foco en las elaboraciones menos intrusivas, más frescas y sutiles, supieron ver el potencial de esta región con altitud, hoy tan necesaria debido al cambio climático, y con diversas orientaciones y tipos de suelo. Este trabajo a través de vinos especiales, como es el caso de Las Loberas, ha de repercutir en los productores y viticultores del entorno, dinamizando así el sector y evitando que se abandonen cepas de garnacha que en muchos casos son centenarias.