Hoy día su efecto se diluye, a pesar de que se realizan imaginarias acciones comerciales que buscan desenfadar el consumo de los vinos del Marco. El rock se ha apoderado de un buen puñado de productores y consumidores como parte de una interesante campaña por añadir nuevos consumidores a los vinos del marco, los antiguos rockeros, pero su capacidad de cambio se diluye al no encontrar el respaldo deseable entre las instituciones,ni en los grandes grupos, capaces de llegar a un consumidor más generalista y por tanto más voluminoso. Si los grandes no mueven ficha, ¿qué se puede esperar de todo este fenómeno?
La crisis de Jerez es una crisis que viene de muy lejos, acrecentada por el efecto que Rumasa tuvo en el vino de Jerez al introducir en el mercado un modelo comercial caníbal, basado en una agresiva política de precios y que obligó al resto de grandes agentes a entrar en la partida para poder contrarrestar su efecto. Rumasa hace mucho tiempo que ya no está, sin embargo esta política del precio disparatadamente bajo se quedó y tomó su máximo esplendor en el apogeo de los vinos de marca blanca.
La marca blanca, millones de litros vendidos por debajo de precio
El fenómeno de la marca blanca es tan interesante como destructivo. Las grandes bodegas suministran estos vinos a las grandes superficies a precios inimaginables. Podemos encontrar finos o manzanillas de marca blanca a precios que rondan los 2,3 euros IVA incluido. Pero ¿qué significa esto?. Hagamos cálculos: cada botella que se vende de fino o manzanilla tiene unos impuestos especiales de 38 céntimos el litro (en caso de que el vino no supere los 15º habituales de un fino o manzanilla; si supera esta graduación su impuesto ascenderá a 64 céntimos el litro). Estos impuestos especiales se suman al precio del vino y sobre esto (impuesto especial + precio) se calcula el IVA, lo que, en cierta medida, supone de por sí una doble imposición fiscal. Así pues, a un fino o manzanilla que se venda a 2,3 si le restamos el 21% de IVA (0,483 céntimos), los impuestos especiales por alcohol (0,28 céntimos) y el porcentaje de la gran superficie que lo vende que calculamos en torno al 20% (0,363 céntimos), nos refleja que la bodega ha vendido esa botella a un precio de 1,17 €. Sobre este precio se debería repercutir el precio de la uva, su elaboración, que, al menos, ha de salir con dos años de crianza más los gastos de impresión, cápsulas, corcho o tapón y etiquetado. ¿Sorprendidos? No es para menos.
Por complicar aún más el escenario, nos encontramos en una situación comercial delicada, con un Reino Unido que acaba de abandonar Europa, aunque esta salida todavía no se haya reflejado en todo su esplendor en las ventas al mercado inglés, que apenas sufre una caída del 3% pero que apunta a sumar unas caídas considerables conforme avance el tiempo hasta que no llegue un acuerdo comercial que detenga la hemorragia. EE.UU. y sus amenazas en torno a los aranceles del vino supondría también un mazazo en la aspiraciones comerciales de los vinos del Marco si finalmente se materializan. Esto lo sabremos muy pronto.
Con semejante panorama, ¿nos extraña ver estos días a los agricultores tomando las ciudades para reclamar un precio que les permita seguir viviendo del campo? ¡Más que un quejío debiera ser un grito desgarrador!
Oportunidades ante un panorama bastante pesimista