Nos encontramos ante la bodega que, a nuestro entender, más ha aportado en la concepción del cava más localista y más próximo a la tierra. Se trata de una bodega que centró sus esfuerzos en destacar las virtudes de su origen, cuando muchos pensaban que en un vino tan influenciado por el método de elaboración, era poco probable poder trasmitir la esencia de un lugar. Ton Mata es el responsable de que esto sea así, su labor en esta bodega familiar ha sido indispensable a la hora de hacer realidad el difícil reto de trasladar un origen a un vino de segunda fermentación en botella y además con crianzas largas en cada embotellado, lo que a ojos del algunos puede restar protagonismo al viñedo en favor de la expresión del tiempo en botella.
El Turo d’en Mota es ya, por derechos propios, un pedacito de tierra que ha sido capaz de dar sentido al concepto paraje, pues bajo este nombre se han embotellado no sólo un paisaje determinado, sino un paisaje en un momento puntual. Es lo más próximo a una fotografía paisajística con fecha de publicación, una representación detallada de lo que una tierra en particular es capaz de dar. El estilo de esta casa juega con la sequedad tradicional y fino amargor clásico de los espumosos catalanes, y lo hace con sutileza y con frescura y localidad, los tres mejores ingredientes que se nos pueden ocurrir para un espumoso.