Con el otoño se empieza a celebrar, en muchos lugares del territorio nacional, la fiesta de la Castañada. Aunque reciba nombres muy dispares, la finalidad es la misma, dar la bienvenida al otoño y conmemorar a los difuntos.
La Castañada se celebra el 31 de octubre y 1 de noviembre, con motivo del Día de Todos los Santos. Se trata de una festividad de origen pagano y celta, con la fiesta de Samhain, se celebra la llegada del invierno. La tradición española y su riqueza cultural, la adoptaron y pasó a convertirse en un momento de reunión y celebración en la que los frutos y dulces de otoño son los mayores protagonistas.
Ciertas leyendas afirman que hace varios siglos, los campaneros tocaban las campanas sin cesar durante esta noche. Para no desfallecer de cansancio, soportar el frío y aguantar toda la noche, comían castañas asadas, el primer fruto del otoño, y bebían vino. Sucede también que a finales del siglo XVIII era habitual ofrecer alimentos en los velatorios fáciles de conservar y que proporcionaran energía (como las castañas), para velar a los difuntos.
Bajo la creencia de que por cada castaña que se comía esa noche, un alma era liberada del purgatorio, el hecho de asar castañas implicaba un acto de conexión con las almas del más allá; tanto que algunos rezaban las tres partes del rosario mientras las asaban. Con el tiempo, esta tradición ha evolucionado, apartando el carácter funerario, ritual y supersticioso, pero manteniendo la tradición familiar y de reunión.
Fiestas de la castaña