Pero centrémonos en Castilla y León, un fenómeno en España por ser la zona que mayor porcentaje de vinos de 90 puntos en adelante tiene y también por ser la Indicación Geográfica de Procedencia con mayor número de vinos de Podio. Hoy ya nadie discute el valor emocional que tiene la tirilla de esta zona productora.
¿Por qué Castilla y León?
Hay varias razones por las que Castilla y León es la VT de mayor calidad e España hasta la fecha. Se trata de una región que de alguna forma se ha mantenido casi inalterable al avance industrial. A nivel político, muchos de sus ciudadanos consideran que han estado abandonados, lo que ha ralentizado el desarrollo de la zona. Este hecho ha propiciado que una parte de su entorno rural tenga malas vías de comunicación, lo que ha influido en el desarrollo del campo también. Históricamente, con Franco en el poder, Castilla y León se fijó como una región donde desarrollar el cultivo del cereal, ante la ausencia de agua. Justo lo contrario que Castilla La Mancha, donde no había otra alternativa que la vid porque ni siquiera el cereal era un cultivo mejor. En esta región se lograron grandes producciones gracias a la airén, una variedad más adaptada al calor. Eran unos tiempos que mandaba más el productivismo que la calidad.
Todo esto ha permitido que muchas de las uvas internacionales, aunque permitidas en el pliego de condiciones, no se plantasen en demasía en Castilla y León, lo que significa que la zona conserva su esencia varietal casi inalterable, con las consecuencias positivas que ello tiene.
El gran respaldo que tiene este sello procede, como es lógico, de las grandes casas elaboradoras. Abadía Retuerta es, a día de hoy, su gran exponente con unos vinos titánicos, siempre bien valorados por todos los que nos dedicamos a la prescripción del vino seamos de donde seamos. Pero no son los únicos, claro está. Tenemos muchas más casas como Belondrade, Mauro, Isaac Cantalapiedra, Losada Vinos de Finca, Tridente, etc…
Estar dentro de una VT no exime al productor de ciertas normativas, como, por ejemplo, el uso de un determinado grupo de variedades, pero es sin duda más flexible y menos reguladora que una denominación de origen.
¿Qué tienen en común todos estos productores?
Los grandes vinos de Castilla y León hablan por sí solos y son capaces de llevar su mensaje de terroir más allá de nuestra fronteras. El éxito de estos vinos pertenece exclusivamente al trabajo de sus productores pues, al estar fuera del cobijo de una D.O., cualquier promoción de “marca” ha tenido que ser desarrollada por ellos mismos. Ni que decir tiene que esa promoción está sustentada por un trabajo minucioso, principalmente en el viñedo, aunque indudablemente también en bodega. La interpretación del lugar de cada enólogo ha sido igualmente importante. Nada tiene que ver Galia Le Dean 2018, con La Pivonera Calabrés de Montaña 2019, hablamos de suelos distintos, matices climáticos distintos, aromas y olores distintos. Así pues, estamos ante un sello tan personalista que resulta imposible generalizar un estilo propio.
¿Cómo han llegado las grandes casas a utilizar el sello más genérico de Castilla y León? Existen ejemplos y razones de todo tipo. La más notoria ha sido la expresada por bodegas como Abadía Retuerta o Mauro, del célebre Mariano García. Estas bodegas, una en Sardón del Duero y la otra en Tudela de Duero, a poco más de 15 km de distancia una de la otra, se quedaban fuera de la denominación de origen Ribera del Duero, y sus intentos por obtener la protección de la famosa D.O. fueron infructuosos, así que decidieron armarse de valor y empezar a crear marca por ellos mismos, cuando a poco más de 6 kilómetros bodegas como Arzuaga Navarro sí contaban con dicha protección.
Aunque en muchas partes de España algunas bodegas producen vinos dentro de una D.O. y a la vez otros vinos como Vinos de la Tierra, sucede que aquellas bodegas ya inscritas en una D.O. se ven en la obligación de usar sólo viñas de esa denominación para el etiquetado de los Vinos de la Tierra, por lo que muchas casas de calidad deciden dedicarse sólo a una de las dos.
Lo más bonito de todo esto es que los caminos que toman los productores son diversos. No existe una única forma de afrontar la elaboración del vino, como no existe una única forma de llegar a la excelencia. Por eso uno nunca deja de aprender en este sector.