Clos Ancestral 2019 es un vino trascendente por muchos motivos. En primer lugar se trata de un vino de carácter fresco, muy frutal y poco dado a la sobreextracción, ya sea de taninos, madera o fruta, algo que se adapta a la perfección a los nuevos gustos del vino. Hasta ahí nada revelador, sin embargo, si observamos en su interior vemos que ha sido elaborado con un cupaje de variedades de ull del llebre (tempranillo) 50%, garnacha (30%) y moneu (20%). Es precisamente esta última uva la que más interés nos atrajo, pues se trata de una de las 60 “nuevas” uvas estudiadas y recuperadas en el ambicioso plan de recuperación de variedades ancestrales que la bodega Torres inició hace ya 30 años y que empieza a materializarse comercialmente con este vino Clos Ancestral 2019.
La Familia Torres lleva vinculada al vino desde hace 5 generaciones y cada nueva generación ha contribuido de una u otra manera en la industria del vino. Miguel Torres i Carbó, tercera generación, fue capaz de posicionar la casa como una de las bodegas de referencia de España, algo que solo ocurría con marcas jerezanas como Tío Pepe, pero además impulsar la internacionalización de sus vinos, una carrera que nunca se ha dejado de desarrollar y que sirvió de ejemplo para otras grandes casas. La cuarta generación, la que representa Miguel Torres Riera, supuso la llegada de la ciencia y un perfil mucho más técnico al negocio, generando una apertura hacia nuevos horizontes y proyectos que buscaban un mayor calado tanto en la rama productora, como en la industria del vino en general.
La quinta generación, representada por Miguel y Mireia Torres Maczassek, es la que hoy nos trae aquí. Esta nueva generación continúa con el legado científico del padre, apostando por vincularse a proyectos locales y de cierta inclinación histórica, mientras culmina con éxito algunas de las iniciativas ya arrancadas por su antecesor. Como se puede apreciar, se trata de una familia inquieta y poco dada al inmovilismo.