Hoy y siempre para consolidar los primeros conocimientos prácticos del vino, es necesaria la ilustración bibliográfica. En 1975, por un lado, me aterraban los libros enológicos, cuyo contenido no entendía y, por otro, tampoco era ilusionante la referencia de los viajeros sobre lo que bebían en sus correrías ibéricas. La documentación era muy escasa, prácticamente estábamos a la intemperie más feroz.
Steele, ensayista británico del XVII dijo que la lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio es al cuerpo. Para calibrar el presente del vino nada mejor que leer el pasado. En mis comienzos, no era tanto el contar con unos conocimientos básicos de enología y cata, dado que ya Isabel Mijares me ilustraba personalmente, sino contemplar la geografía del vino español en aquellos años. Los dos primeros libros que compré, uno en tono divulgativo, aunque un tanto lírico, se llamaba “Vinos de España”, escrito por José del Castillo, editado en 1942 y posiblemente el más nutrido de la geografía vitivinícola de aquellos años. El otro fue “La Vid, los Vinos Españoles” de Miguel Comenge, padre del actual propietario de Bodegas Comenge. El libro, editado también en ese año, de contenido vitícola con la descripción de las variedades basado en la monumental obra de Rojas Clemente en un tono entre técnico y divulgativo. No obstante, estos epítomes no fueron medulares para aprender más pero una buena introducción en el vino.
La bibliografía española sobre la materia en la primera mitad del siglo XX era técnica porque la filoxera puso frontera a una enología rural de tradición que imperaba en el vino español de tierra adentro. Por otro lado, para mí era difícil entender los libros técnicos que podrían ilustrarme, escritos durante los 80 años anteriores a mi inmersión en este mundo. Tampoco tenía la maestría de ir a las librerías de viejo para buscar esos libros que, años más tarde, con un mayor conocimiento teórico y también práctico de mis correrías por bodegas y viñas, sí me propuse buscar y que hoy forman el grueso de mi biblioteca.
Los libros que me marcaron